Edgar Dávila, Flush y el Espacio Pueblo
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Edgar Dávila, Flush y el Espacio Pueblo
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Edgar Dávila, Flush y el Espacio Pueblo
Edgar Dávila ha retratado espacios en los últimos cinco años. Los colores, las formas, los momentos del día trazados sobre estructuras se han vuelto sensaciones atemporales en el papel fotográfico y en las imágenes que Edgar publica en sus cuentas de redes sociales.
Flush es su última obra, un conjunto de capturas de edificios de la escena nocturna de Miami. Flush, como lo dice su nombre, es un desborde de contrastes, entre la oscuridad y el color de las luces de la noche, de los reflejos, los misterios, y todo lo que previene al movimiento y a las acciones que luego desatan más acción y más movimiento.
En estos días la obra está expuesta en el centro cultural que también es su casa, en el Espacio Pueblo. Nuestro recorrido, con Vane Terán en el lente, nos hizo entender por qué Flush es más que fotos de Miami y qué tiene que ver la noche con el esoterismo en Miami o en los pueblos de Ecuador.
Entrar al Espacio Pueblo, ubicado en la antigua vía a Amaguaña, cerca de Tambillo, es entrar a esa dimensión donde -cubiertos de la lluvia o el frío- nos sentimos con la confianza de caminar a tientas. Sus pasillos son un mix de oscuridad y fuegos de luz blanca invadiendo la casa desde las ventanas. Y si miras a través de ellas: el verde en
Flush.
Flush
Def.- Sonrojar o hacer sonrojar. Descargar, fluir o inundar con o como si fueras agua. El color se refiere a brillar o hacer que algo brille.
Edgar Dávila Soto ha construido sus obras desde el detalle. Flush no es solo una exploración fotográfica, sino también los elementos que la acompañan: stickers, sellos, velas esotéricas. Porque ese misterio plasmado en las fotos le llama a buscar otros elementos con los que conecta. De esa manera, las velas de hechizos que vende una señora de la población donde se encuentra la casa, se volvieron un elemento clave para entender el flujo, la descarga de
Flush
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La casa donde nos encontramos tiene unos 20 años. Está repleta de símbolos, de recovecos secretos y de arte. Pero por fuera prevalece el paisaje rural, que conquistó a Edgar y lo hizo huir de la ciudad apenas empezada la pandemia.
“Regresar a lo rural te hace pensar de otras maneras. Conectas con esa posibilidad de apreciar tu entorno y también de aprovecharlo”.
“Siempre he querido hacer cosas que trasciendan y que, a la vez, pertenezcan a este tiempo”.
Por eso su espacio de galería no está delimitado, no tiene una lectura planificada y lo ha complementado con nuevos íconos, como el altar que levantó en medio de la sala.
Las puertas están abiertas. El corazón de la muestra también. Escaparse un rato de la ciudad para ver
Flush
puede ser tu excusa de correr hacia un lugar no explorado y encontrarte con los pasos de Edgar en cada cuadro de su colección, en las fotografías, en los altares, en el bosque goteando litros de lluvia helada o en el ruido del río San Pedro que arrulla las tardes del Espacio Pueblo. Bienvenidas, bienvenidos, les dirá Edgar.
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Fecha de publicación 12-14-2020
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